En el sueño de la noche, en un instante, el hombre aparece como parte de otra cosa, allí se conserva diferente, desgrana una perdida necesaria, Una luz que descansa del lenguaje para detenerse sobre el manto salado. Allí en medio del todo, de nada somos dueños sino parte que subyace, que pulsa su propia boca cuando se deja arrastrar, esfumándose como sueño que despierta.